¿Alguna vez has estado en un bar o en un restaurante, sentado en la calle o en un salón cuando suena música y tú y otros empiezan a golpear el piso con el pie al ritmo de la música?
Y esa no es la única manifestación corporal en el contexto musical. Están también el cabeceo, el meneo del cuerpo y el baile mismo, entre otros.
Muchas veces esa marcación del compás y otras características del sonido suceden espontánea e inconscientemente.
Unos científicos de la Universidad de Oslo, Noruega, se pusieron a explorar la teoría sobre la relación entre los sonidos musicales y el movimiento del cuerpo.
Resulta que las personas tendemos apercibir afinidades entre los sonidos y el movimiento corporal durante la experiencia musical.
La llamada "teoría motora de percepción" afirma que estas relaciones de similitud están profundamente arraigadas en la cognición humana.
De acuerdo a esta teoría, para poder percibir algo, debemos estimular activamente el movimiento asociado con las impresiones sensoriales que estamos tratando de procesar.
Simulación mental
Cuando escuchamos música, tendemos a simular mentalmente los movimientos corporales que pensamos se activaron en la producción de ese sonido.
Reaccionamos a la música vía movimientos corporales como la danza, el caminado al ritmo, gesticulando, cabeceando, zapateando y meneando el cuerpo.
Por consiguiente, nuestra experiencia de un sonido involucra una imagen mental de un movimiento corporal.
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