Desde hace mucho tiempo, el gato ha tenido un significado especial. Se sabe que los egipcios, allá por el 2.900 a.C., ya le rendían culto, por ejemplo, la diosa Bastet, a quien se le atribuían porpiedades tanto de la mujer como del gato, ya que era diosa de la guerra, de la fertilidad, guardiana del hogar y se la relacionaba también con el culto a la luna, clara influencia felina. Esta diosa, venerada sobre todo en el Delta del Nilo, se representaba con cuerpo de mujer y cabeza de gato, y se cuenta que defendió a Ra (el dios Sol) de Apofis (deidad del mal con forma de serpiente).
El gato en el antiguo Egipto, era protegido, venerado y cuidado, incluso era momificado en algunos casos y enterrado en cementerios para gatos.
Debido a esta relación, el gato comenzó a ser domesticado y a convivir con las personas dentro de las propias casas, tomando más protagonismo aún, al comprobarse que mantenía limpios de roedores sus hogares y lugares de producción.
Fue en la Edad Media cuando el gato negro adquirió su mala fama, al pensar que este animal era un fiel sirviente de las brujas. Durante el siglo XIII la Iglesía inició una persecución contra ellos, al considerar que las brujas se transformaban en gatos negros, o poseían temporalmente el cuerpo de éstos, para moverse libremente sin llamar la atención, convirtiendo a estos animales, al mismo tiempo, en símbolos del diablo. Desde entonces se cree que los gatos negros tran mala suerte.
Sobre esta superstición existen variantes, por ejemplo, en algunos sitios se dice que el ver a un gato negro trae mala suerte, mientras que en otros, la mala suerte se da si se nos cruza por delante.
También se dice que para que esto ocurra, deben ser más de las 12 de la noche. Otras versiones nos dicen que si vemos el gato alejarse, osea, de espaldas, es que se acaba la mala suerte, si por el contrario viene hacia nosotros, pues entonces la mala suerte viene con él. Igualmente se habla de que si el gato va de derecha a izquierda, es que nuestra suerte empeora, y que mejora si es de izquierda a derecha.
Todas esas variantes y más, se dan sobre la superstición del gato negro, incluso algunas opuestas como que para los ingleses, es símbolo de buena suerte. O esa que dice que, el que mata a un gato negro, tendrá siete años de mala suerte para él y los suyos, lo que para muchos tiene mucho que ver con el papel de exterminador de plagas que tiene el gato dentro del hogar, es decir, que si matamos a un gato, tendremos el peligro durante un tiempo de tener plagas en nuestra casa.
Una curiosidad es que se cree que debido a la desproporcionada persecución a los gatos por parte de la Iglesia en el siglo XIII, la población de éstos disminuyó tanto que casi llegan a extinguirse, siendo esta circunstancia uno de los factores que convirtió en debastadora la epidemia de peste que invadió Europa en el s. XIV, ya que esta enfermedad se propagaba por las ratas y no había gatos suficientes para luchar contra ellas. Por suerte, en los siglos XVII y XVIII el gato volvió a recuperar su imagen de animal beneficioso para el ser humano por su capacidad de controlar plagas de insectos y roedores.
El que se hable de los gatos negros solamente, es porque el color negro ha estado siempre relacionado con la noche, con la oscuridad, lo misterioso.
Más ciencia menos superstición
Aunque atribuir la “mala suerte” a cruzarse con un gato negro es solo fruto de la superstición, un estudio de científicos del Long Island College Hospital de Nueva York (EE UU) reveló hace poco que estos felinos sí pueden afectar negativamente a las personas alérgicas.
Según un estudio dado a conocer en la revista Annals of Allergy, Asthma and Inmunology, los investigadores observaron que los gatos de pelaje oscuro provocaban más estornudos y problemas respiratorios a los pacientes con alergia que los de color claro. Según los autores, se debe a que producen más cantidad de una sustancia en su piel, su saliva y sus glándulas sebáceas, la proteína fel d1, que causa los síntomas de la alergia.
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